Una de mis debilidades literarias que poco a poco iré relatando es la del grandísimo escritor y mejor persona Frank McCourt. En esta entrada de hoy os contaré someramente un poco de su vida y obra.
De origen muy humilde y familia irlandesa católica, nació en Nueva York el 19 de agosto de 1930. Incomprensiblemente y a contra corriente del mundo sus padres decidieron que la familia debía volver a Irlanda cuando él tan solo tenía cuatro años, justo al revés de toda la inmigración irlandesa que pobló Estados Unidos por aquellos años de hambruna.
Se crió en Limerick, donde malamente sobrevivieron al hambre, el frío y la humedad del río Shannon que se llevó a varios de sus hermanos pequeños. Álli llevó una infancia desgraciada con un padre alcoholico que se bebía el sueldo y una madre que gastaba lo poco que les restaba en cigarrillos. Cuando acabó la escuela se puso a trabajar repartiendo telegramas gracias a que un tío le prestó una bicicleta. Con un mísero sueldo, las propinas fue ahorrando y un golpe de suerte al morir una prestamista con la caja fuerte llena para la que redactaba cartas, pudo comprar un billete de barco a Nueva York a los 19 años y toda una vida por delante.
Justamente de esta parte de su vida Frank McCourt escribe en su primera novela "Las Cenizas de Angela" publicada en 1996, cuando contaba con 66 años, después de casi 40 años de docencia como profesor de Lengua y literatura inglesa y americana, y tras haber sido elegido como Profesor Americano del año 1976. Lo que él pretendía con Las Cenizas de Angela era que unas cuantas personas leyeran su libro, pero llegó a Best-Seller mundial y obtuvo el premio Pulitzer y National Book Critics Circle Award ese mismo año por la novela autobiográfica.
Desgraciadamente Frank nos dejó el pasado 19 de julio de 2009 por una enfermedad en la piel. Querido y admirado Frank, todas las pintas de cerveza negra siempre irán a tu salud; siempre brindaré por ti.
Para más información http://es.wikipedia.org/wiki/Frank_McCourt
Mi querido Frankie, aún cuando leo algo sobre ti (y más escrito por mi amado marido), entro en una immensa tristeza dando paso a las lágrimas. Me has hecho tan feliz con tus maravillosos libros. Me encantó recorrer las calles de Límerick, en las cuales tu pasastes malos y buenos momentos, ver tu colegio y sentir la humedad del río en la que ahora descansan tus cenizas... Quiero añadir, si se me permite, que sus padres fueron lo que fueron, pero les dieron amor y protección y sufrieron con sus desdichas. Siempre, siempre te llevaré en mi corazón y en mis pensamientos. Vanessa.
ResponderEliminarLos padres no eran malas personas, efectivamente, lo malo es la realidad social que les tocó vivir y la triste afición a la bebida de su padre.
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